The Child and the Gingko Biloba Tree


The Child and the Gingko Biloba Tree

Un trabajo maravilloso realizado por un grupo de mujeres en Hoyo de Manzanares en 2012 a partir de una visualización de dos minutos.



Había una vez una niña, una niña pequeña y esta niña vivía tranquilamente con una familia de cebras al lado de un río. Comía la fruta de los árboles y bebía la leche de la madre cebra.

Ya casi no pensaba en aquel día terrible cuando la echaron de casa por ser un poquito diferente. Pues ella tenía la enfermedad del Vitiligo y por ello tenía parches de color blanco en su piel.

Un tarde hubo un gran tormenta y el río se llenó de agua. La niña sentía curiosidad para el ruido del río, era casi como una música que le llamaba. Pero cuando se fue a investigar la corriente la llevó lejos, muy lejos de sus queridas cebras.


The Child and the Gingko Biloba Tree

Por fin, cuando se estaba poniendo el sol, la niña pudo salir del río con la ayuda de unas piedras grandes. De repente se encontró en una selva muy, muy oscura.

Había muchos ruidos raros y la niña tenía mucho miedo de la criaturas que estaban escondidas en la oscuridad.

Rápidamente se subió a un árbol enorme y pasó la noche entera a salvo en los brazos de aquel árbol.

Los murciélagos rozaban su cara y entraban en sus sueños.


The Child and the Gingko Biloba Tree

Al día siguiente la niña bajó al río a beber agua.

La niña se encontró en un sendero, por el cual anduvo y anduvo largo tiempo. El propio cansancio hizo que viera al perro que tanto quiso y cuyo nombre era Nivak.

¡Oh maravilla! El perro era grande y blanco. Era el perro que tantas veces le había acompañado en su caminar y al cual ahora necesitaba más que nunca. Lo veía como en un sueño, tan grande que se sentía protegida por su sombra. Y así, de esta manera, ella se fue alejando...

Pero cuando se dio la vuelta no podía creer lo que veían sus ojos.


The Child and the Gingko Biloba Tree

Un enorme león la estaba mirando. La niña estaba paralizada. Nunca había visto un león. Quería ir corriendo a la seguridad del árbol peros sus piernas no le funcionaban.

Y de repente el león le habló. Era un león muy simpático y quería ayudarla. Pasaron horas charlando y el león la escuchaba atentamente. Quería ayudarla y tenía un plan. Aquella noche había luna llena y los dos salieron en silencio para atravesar la gran llanura. La niña pequeña seguía al gran león, el Rey de la Selva, a la luz de la luna. Llegaron a un lugar oscuro y denso y el león le contó que ella tenía que adentrarse en aquella tierra sola. Él no tenía permiso para entrar allí, pero sabía que dentro de aquel bosque la niña iba a encontrar la respuesta a su problema. Solo tenía que seguir las primeras huellas de animal que viera. El león le hizo una reverencia y su fue.


The Child and the Gingko Biloba Tree

La niña entró y poco a poco sus ojos se fueron acostumbrando a la oscuridad. En la distancia podía ver unas piedras blancas grandes y se acercó a ellas.

Era entonces cuando vio las huellas de un gato muy grande, tenía que ser un leopardo...

Un leopardo, y no tenía más remedio que seguir las huellas. Temblando se fue adentrando cada vez más y más en aquel bosque oscuro.

Parecía que caminaba hacía el fin del mundo cuando de repente se terminó el bosque y salio a la luz del día.


The Child and the Gingko Biloba Tree

En frente de ella había un lago inmenso de agua cristalina.

Entró en el agua para bañarse y podía oír un sonido familiar. Ella pensaba que era una de sus queridas cebras pero no, era un caballo negro con una llave dorada en su boca.

El caballo la invitó a subir a su lomo y trotando la llevó a un árbol poco común por aquellas tierras, un Gingko Biloba.

El caballo dejo caer la llave en frente del árbol y se volvió galopando al de donde había venido.


The Child and the Gingko Biloba Tree

La niña tocó el árbol y tenía una sensación muy especial. Era como ella vibrara con el árbol.

Se quedó ahí, a la sombra del árbol, recuperando fuerzas después de tanta aventura.

Comió la fruta y las hojas y así tenía dejó de tener hambre. Además tenía el lago cerca para beber agua.

Y un día bañándose en el lago se dio cuenta de que había ocurrido un milagro: Su piel ya no tenía manchas blancas. Era completamente marrón y además estaba muy luminosa.

La niña se dio cuenta de que tenía que ver con aquel árbol y todos los días le daba las gracias.


The Child and the Gingko Biloba Tree

Un día la niña se encontró con una mujer que estaba bañándose en el lago. La mujer tenía vergüenza y intentaba cubrirse. Resultó que aquella mujer también tenía vitiligo y quería esconderse.

La niña le explicó que ella también había tenido ese mismo problema y con la ayuda del árbol del Ginkgo Biloba se había curado.

La mujer se animó a probar las hojas. Estaban ricas y comentó a la niña que vivía en un pequeña pueblo de mujeres abandonadas por tener vitiligo. Todo el mundo decía que estaban tomadas por algún ser malvado.


The Child and the Gingko Biloba Tree

La niña fue con la mujer a su casa. Llevaron muchas hojas y semillas de Ginkgo Biloba.

Y poco a poco todo el mundo se fue curando del vitiligo.

La niña se quedó allí a vivir con ellas en comunidad. Juntas estas mujeres plantaron muchos arbolitos de Ginkgo Biloba.

Dicen que hoy en día estas mujeres se dedican a ayudar a personas con vitiligo en toda la zona, para que nadie, nunca más, esté abandonada símplemente por ser un poquito diferente.


The Child and the Gingko Biloba Tree

Historia y patchworks creados por: Amparo, Asun, Inacia, Keti, Liliana, María del Señor, Marina, Pauline, Tina y Jennifer.

Hoyo de Manzanares, 2012.



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